10/12/09

Cerrando ciclos, la esperanza eterna.

Por alguna razón tenemos la tendencia a cerrar ciclos para empezar de nuevo. Hay miles de ejemplos y fin de año es, sin dudas, el más conocido.

¿Porque se da esto? Creo que se relaciona con que vemos la vida como una sucesión inmensa de ciclos, de inicios y finales que se entretejen y superponen y que, en su conjunto, determinan lo que denominamos nuestra vida.

Incluso, "la vida" pasa a ser un ciclo en un contexto mayor; de ahí, supongo, la preocupación sobre que pasa después de esta vida. Llamese reencarnar; resucitar; cambiar de dimensión; vivir en un mundo paralelo; vivir para siempre en un paraíso o a padecer en el averno; ser transportados al Nirvana; o como quiera que cada uno defina lo que supone que pasará una vez que el ciclo de nuestra vida llegue a su final e, inevitablemente, muramos.
Extrañamente, no se habla mucho de lo que ocurre antes de nacer. ¿Será que el pasado no nos preocupa tanto como el futuro?.
Jugando un poco con las palabras, olvidamos que "mañana" será el pasado de "pasado mañana".

Frases alegóricas sobre el final hay muchas. "Todo concluye al fin, nada puede escapar; todo tiene un final, todo termina", reza en una estrofa de una conocida canción. "Neo, todo lo que tiene un principio, tiene un final", sentenciaba la pitonisa al poderoso protagonista de la zaga Matrix.
Supongo que se podrá encontrar esta misma inquietud en otros textos; el tema del principio y del final parece ser una preocupación constante.
Poco importa lo que ocurra durante, especialmente si lo que ocurre no nos agrada.
Curiosamente, es en estos casos cuando necesitamos, queremos, pedimos, rogamos, imploramos que la mala racha termine. Que haya un nuevo comienzo. Vislumbrar ese nuevo comienzo hace que revivamos un poco y estemos dispuestos a acarrear nuestra cruz unos metros más.
Eso que nos hace recuperar fuerzas de flaquezas tiene un nombre muy conocido por todos. Se llama "Esperanza".

Cuando las cosas vienen mal, queremos la oportunidad de empezar de nuevo pues esperamos tener una nueva chance en la que nos toque mejor suerte. Mejores cartas.
Esperamos que lo nuevo sea mejor. Sin razones, sin lógica, casi sin fundamentos, creemos que, por el simple echo de llegar a una fecha determinada, el milagro se hará realidad.

Somos capaces de recorrer mil veces el mismo camino esperando que el paisaje cambie; que los obstáculos desaparezcan; que los errores no se repitan; que las oportunidades que no vimos se nos muestren; para así, esta vez, poder aprovecharlas.
Esperamos que las cosas cambien milagrosamente; pero repetimos, quien más quien menos, los mismos pasos y los mismos errores.

Creemos que algo infinitamente poderoso puede torcer nuestro malhadado destino. Lamentablemente, olvidamos que desde el momento de la creación nos han echo un hermoso regalo, "libre albedrío"; esto es, "la potestad de obrar por reflexión y elección".

Como todo regalo celestial, tiene su lado amargo. Es genial como el Creador nos ha dado la posibilidad de manejar completamente nuestras vidas; y como, simultáneamente, se ha sacado el peso de tener que dirigirnos y/o hacerse cargo de nuestros problemas, errores u omisiones. Nos dio libre albedrío; la potestad de obrar y elegir es nuestra.
Y nosotros, felices, lo agarramos, lo tomamos como propio sin leer la letra pequeña. Nunca escuchamos que "ahora que vos elegís... hacete cargo!".
Porque "libre albedrío" implica que nadie nos obliga a nada. Lo que hagamos será producto de nuestra reflexión y elección. Y, por lógica, que la responsabilidad por el resultado es... nuestra más allá de la buena o mala intención.

Lo simple y concreto es que el futuro depende y dependerá, en gran medida, de nosotros. Que nadie va a cambiarnos. Que las cosas se obtienen con esfuerzo y sacrificio. Y que no hay nada que nos asegure un futuro de amor y felicidad.
Somos artífices de nuestro destino y debemos tomar las riendas de nuestras vidas, regocijándonos de los aciertos y haciéndonos cargo de nuestros errores.

Pintarnos la cara color esperanza no alcanza, hay que ponerse el mameluco y obrar en consecuencia.
Pero... Mierda!!!... como nos cuesta creer que podemos.

2 comentarios:

Virginia Prieto dijo...

es que es lógico que nos cueste creer que podemos.
desde que nos levantamos hasta que nos acostamos la gran mayoría de nosotros se encuentra palos en la rueda.
en lo personal los sorteo, me agarro fuerte del libre albedrío y me equivoco en consecuencia, como corresponde...obvio

y me hago cargo de mi vida, simple y compleja a la vez pero mia al fín

me encantó tu post
mucho

un beso

fbnslzr dijo...

Muchas gracias Vir. Siempre atenta a los cambios.
Beso.