20/2/13

Aromas que convocan

El olor se esparce por la casa, llega a cada rincón. Quien lo huela no podrá sustraerse a su embrujo.
El llamado convoca a rememorar hechos de la infancia. Momentos en los que ese mismo aroma era el preludio de un llamado que no podíamos desoír. Sin importar que tan lejos o que tan absortos estuviéramos, el llamado nos llegaba. Y dejábamos todo. Y salíamos corriendo hacia la casa. El "a comer!!" tenía una fuerza irresistible.
Al acercarnos, el aroma nos confirmaba que ya estaba la comida. Al entrar, la olla tapada en la mesa confirmaba todo.
Lavarnos las manos, sentarnos a la mesa donde la olla despedía vapores que prometían un banquete era todo un solo acto. Levantar un poco la tapa e intentar meter un pedacito de pan para soparlo en el juguito era parte del ritual. Y cuando estábamos todos sentados, se servían los platos y, humeantes, nos los ponían en frente a las narices. Respirar profundo para no perderse nada de esos aromas y después si... el "a comer!!!" se convertía en acción.  
Hoy hay olor a estofado; el llamado me convoca nuevamente, lo siento, debo irme. El antiguo llamado aún me convoca. Hasta luego y ... buen provecho!