Cotideaneidades

Hay momentos en los que necesitamos estar solos.
Periódicamente se nos presenta la oportunidad de estar a solas con nosotros mismos y, muchas veces, no lo sabemos aprovechar.
Inmersos en un mundo que nos pone tiempos para todo, nos hemos acostumbrado a manejarnos de esa manera aún cuando nadie nos este controlando.
Pero, a veces, tenemos la oportunidad de romper ese circulo vicioso.
Entrar a ese espacio único, cerrar la puerta y tener la oportunidad de reencontrarnos.
Nos sentamos cómodamente. Nos relajamos. Dejamos que nuestra mente se libere y navegue libre.
Las actividades son innumerables y varían dependiendo de cada persona. Algunas leen, otras fuman, otras optan por dejar volar su imaginación por mundos soñados, o recordar una canción, incluso se atreven a cantarla.
Cualquiera sea la actividad que elijamos, la premisa es relajarse y no pensar en lo que se esta haciendo. El objetivo principal es dejar que las cosas fluyan.
No siempre es posible, a veces es necesario un esfuerzo adicional para liberarse de las cargas internas. Pero, después, nos queda una sensación de liviandad, de ligereza, incluso, me atrevo a decir que es una sensación muy parecida a la paz.
Todo esto, solo es posible si nadie nos interrumpe.

Que bueno que es poder dedicar un tiempo a relajarnos.
Que bueno que es poder hacer aquello que queremos sin que nadie nos importune.
Que bueno que es poder disfrutar de un momento de calma y tranquilidad en el medio de esta vorágine que nos arrasa.
Que bueno que es poder hacer cosas solo por el placer de hacerlas; y que bueno que eso, además, nos reporte un beneficio.
Que bueno que es poder sacarnos esas cosas que nos quedan adentro y que tanto mal nos pueden hacer si las dejamos allí.

Que bueno que es poder cagar tranquilo.

--- by FeS